martes, 8 de marzo de 2011

En la tormenta, oramos.- Tomado del libro "Para estos tiempos difíciles", de Max Lucado.


Su nombre no es importante.   Su apariencia es inmaterial.  
Su sexo no es para preocuparse.  
Su título  es irrelevante.  No es importante por quién es sino por lo que hizo.  Fue donde estaba Jesús por causa de un amigo.  Su amigo estaba enfermo, y Jesús podía ayudar, y alguien tenía que ir donde estaba Jesús, así que alguien fue (...).  Juan escribe:
"Enviaron a alguien, pues, las hermanas para decir a Jesús: Señor, he aquí el que amas está enfermo" (Juan 11.3).  Alguien llevó la petición, alguien caminó el sendero.  Alguien fue donde estaba Jesús por causa de Lázaro.  Y porque alguien fue, Jesús respondió.  

En la economía del cielo, las oraciones de los santos son una posesión valiosa.  El apóstol Juan está de acuerdo.  Él escribió la historia de Lázaro y fue muy cuidadoso al mostrar la secuencia.  La sanidad comenzó cuando se hizo la petición (...).


Intensamente.  Cuidadosamente.  Las oraciones son apreciadas como joyas preciosas.  Purificadas y fortalecidas, las palabras se elevan como una deliciosa fragancia al Señor.  "Y de la mano del ángel subió a la presencia de Dios el humo del incienso con las oraciones de los santos" (Apocalipsis 8.4).  Increíble.  Tus palabras no se detienen hasta que han alcanzado el trono mismo de Dios.  


Una llamada y aparece la flota del cielo.  Tu oración en la Tierra activa el poder de Dios en el cielo.  Tú eres alguien del reino de Dios.  Tus oraciones mueven a Dios para cambiar el mundo (...).  Cuando hablas, Jesús escucha.  Y cuando Jesús escucha, el mundo es transformado.  Todo porque alguien oró.

3 comentarios:

  1. Me gusta mucho ir a la Iglesia.

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  2. ¡Hola a tod@s! Qué hermoso el pensamiento. Juntos clamemos: ¡Señor ayúdanos a ser es@s "alguien" que oren sin cesar, de día y de noche, a tiempo y fuera de tiempo para que Tú te manifiestes y muchos sean convencidos que solo en Ti hay salvación!

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