domingo, 29 de abril de 2012

Batalla entre la fe y la razón 

Apuntes del mensaje compartido 
por la Pastor Teresa Chalar.

"Jesús le dijo: -Hija, has sido sanada porque confiaste en Dios. Vete tranquila."  Marcos 5.34 -TLA-.

Naamán y la mujer que tocó el manto de Jesús.  Dos personas en situaciones que, por ellos mismos, no podían cambiar.  Naamán leproso; la mujer, sufriendo una enfermedad por doce años, sin encontrar la cura.  En la época de Naamán Dios usó a Eliseo para que le indicara lo que debía de hacer para ser sanado.  En su época, Naamán era un personaje distinguido en su nación; al escuchar las palabras de Eliseo, se negó a realizar tal acción: sumergirse en las aguas del río Jordán.  Al principio, Naamán se enojó; expresó que en su nación habían ríos con mejores aguas.  Sin embargo, luego de escuchar a sus sirvientes, Naamán decidió hacer lo que le había indicado Eliseo; luego, recibió la sanidad que necesitaba.
La mujer que tocó el manto de Jesús, debió desafiar toda una multitud para llegar donde Él estaba; luego de tocar el borde del manto del Maestro, sintió su cuerpo libre de su enfermedad.
En estos dos casos, la razón se oponía a la fe; la razón indicaba una cosa, pero la fe les mostraba otro camino.  De haber seguido su pensamiento, Naamán no habría recibido la sanidad; en el caso de la mujer en los tiempos de Jesús, si ella se guiaba por la razón, no se hubiera atrevido acercarse al Maestro, mucho menos a pedirle que la sanara.  Sin embargo, al permitir que la fe actuara, Dios fue movido a obrar.
Jesús le dijo a la mujer: "tu fe te ha salvado, ve en paz"; nótese que expresó "salvado" y no "sanado"; la sanidad que ella recibió no fue solo en su cuerpo sino también en su alma.
Jesús sigue siendo el mismo; la Biblia enseña que Él es el mismo siempre.  también nos desafía a movernos con fe en él;  también en nuestro pensamiento hay una batalla entre la fe y la razón.  Pidamos a Dios para  que podamos oír su voz y actuar siguiendo lo que nos indica, sabiendo que Él quiere lo mejor para nosotros.
¡Este desafío nos espera a diario!, pero qué bueno saber que Él nos ayuda.


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