domingo, 25 de diciembre de 2011

"Éste será grande".- Lucas 1.32.-

¡Cuánta es su bondad, y cuánta su hermosura!
Zacarías 9.17.
Será engrandecido hasta los fines de la tierra.
Miqueas 5.4.


"Éste será grande". 
Lucas 1.32.
Con estas palabras el ángel Gabriel comenzó a describir a Jesús, cuyo milagroso nacimiento acababa de anunciar a María.  "Será grande", incluso en su humillación entre los hombres.  Pero ¿cómo expresar la grandeza del Hijo único de Dios, por medio del cual todo fue creado?
(Colosenses 1.16).  Estaba con Dios y era "su delicia de día en día" (Proverbios 8.30).  Con este anuncio a María, el Espíritu de Dios quiso afirmar la grandeza eterna del niño que ella iba a acostar en un pesebre.  Ese Jesús, perseguido desde su nacimiento por el malvado Herodes, y más tarde despreciado por su conciudadanos, hombre de dolores a quien se le infligió el suplicio de la cruz, era, es y será grande.


Mientras estuvo en este mundo corrompido, nunca cometió pecado (1 Pedro 2.22), y no se halló engaño en su boca (Isaías 53.9).  Será grande porque se humilló, Él, el Príncipe de la vida, hasta la muerte infame de la cruz (Filipenses 2.8).  Será grande porque, en medio de la afrenta pública, llevó la condenación del pecado de todos los que creen (Isaías 53.12).


Al reconocer esta grandeza, Dios elevó a Su Hijo, el Hombre Cristo Jesús, a la gloria, y lo hizo sentarse a su diestra, en el lugar de honor y autoridad que solo Él podía ocupar: "Le coronaste de gloria y de honra" (Hebreos 2.7).


Gracias a la obra de Jesús cumplida en la cruz, un día el cielo será lleno de todos los que, en la tierra, lo hayan honrado con su fe.


Tomado de "La buena semilla.  Meditaciones cotidianas 2012".  44ª  edición.  Suiza.

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