domingo, 19 de febrero de 2012

Decir sí a Dios.-

"Cualquiera, pues, que me oye estas palabras , y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca.  Descendió la lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca."
Mateo 7.24-25.-   



Dios te invita a entrar a Su reino, pero la respuesta debe ser espontánea, libre de presiones, de otra manera no se manifestaría un verdadero amor.  Por eso le dio ese maravilloso regalo,
es decir, la libertad.


Dios también colocó en tu corazón el sentimiento de su existencia.  Quizá no lo sienta de una forma clara, pero puede discernir sus indicios: ¿No hay en usted como una especie de sed de belleza y de encontrar un ideal? ¿No tiene el profundo deseo de ser conocido y comprendido, de ser amado y de amar, de recibir y de dar sin medida?


Pero Dios hace más que dar señales, pues se revela por medio de Su Palabra, la Biblia; ella expresa que Dios es amor.  "En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él" (1 Juan 4.9).


¡Tú tienes la responsabilidad de responder a la invitación de Dios, de decirle sí!
Ese sí a Dios quizá te parezca como un abandono de ti mismo, como un salto al vacío, pero Dios, quien te ama, es digno de toda tu confianza,  Decir sí a Dios es entregar toda tu vida, incluso si no puede demostrarlo todo.  En Él encontrarás la respuesta a las aspiraciones más profundas de amor, paz y alegría.


El reino de Dios es "justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo" (Romanos 14.17).


Extraído de "La buena semilla.  Meditaciones cotidianas 2012."

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